Cómo extrañaba las atenciones de su hermanastra…
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Estas situaciones no deberían darse entre hermano y hermana, incluso si ellos no lo son de sangre, y son sólo hermanastros. Y eso que la cosa empezó de forma inocente, con un simple juego de damas, aunque la victoria fue lo que se salió un poco de madre, y en vez de apostar cosas tan normales como el postre o fregar la vajilla durante una semana, se apostaron una follada. Claro que en este caso, no se sabe en realidad quién es el que paga la apuesta, puesto que si echan un polvo, ¿quién es el que está gozando y quién el que sufre? Al final seguro que se corren los dos.